1º PASO: ¿TIENES UNA IDEA?


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Antes de iniciar un proyecto empresarial, lo primero a tener en cuenta es la elección del tipo de negocio. Para ello, debemos seleccionar entre todas las ideas que tengamos cuál es la que deseamos poner en marcha teniendo en cuenta factores tales como:

  • Oportunidades de negocio en mercados poco abastecidos, de nueva creación o con un alto potencial de crecimiento.
  • Conocimientos técnicos sobre mercados, sectores o negocios concretos.
  • Simplicidad del negocio.

Algunos de los motivos que pueden conducir al éxito de una idea son:

  • La experiencia y el conocimiento sobre una actividad.
  • La percepción de necesidades no cubiertas.
  • Aficiones, gustos o hobbies de los promotores.
  • Percepción de deficiencias, incertidumbres e incomodidades en el uso de determinados productos o servicios.
  • Modificaciones legales.
  • Nuevas tendencias sociales y demográficas y nuevas aplicaciones de los materiales.
  • Las nuevas tecnologías de la información e internet.
  • Acontecimientos inesperados.
  • Poner en marcha ideas de éxito de otros mediante el uso de franquicias.

Una vez definida la idea y antes de entrar en el análisis del plan de empresa, conviene que los promotores se planteen algunas preguntas:

  • ¿Se trata de una idea realista?
  • ¿Es viable técnicamente?, ¿y desde el punto de vista económico?
  • ¿Se está en condiciones de poder acometerla?
  • ¿Su rentabilidad justifica los esfuerzos necesarios para ponerla en marcha?

Pero, sin duda, el factor más importante es la ilusión o confianza que los promotores tienen en la idea. Por ello, todo empresario debería reunir alguna de estas cualidades:

  • Confianza en sí mismo e ilusión en el proyecto.
  • Saber elegir a sus colaboradores.
  • Capacidad para organizar y coordinar medios económicos, humanos y materiales.
  • Capacidad para dirigir y motivar al personal.
  • Capacidad para tomar decisiones y asumir riesgos.
  • Iniciativa y espíritu innovador.